Ahí estaban de nuevo sentados en los muebles que dan al balcón en la poltrona de mezclilla, la preferida para sentarse a admirar la vista hacia la montaña y abajo la ciudad, ella prefería el sofá largo que tenía la mesa al lado ya que podía posar su taza de café y un platico con algunas galletas o torta, para ese momento de la tarde. No era frecuente esa escena ya que algunas tardes estaban con sus nietos, la alegría de la casa creando algarabía, gritos y moviendo los juguetes en los cuartos que habían pasado a estado totalmente inerte luego que los muchachos crecieron y se fueron yendo de la casa a hacer sus propias vidas.
-Negro ¿te tomaste el café caliente? Siempre esperas que eso se enfríe y luego me dices que te lo caliente, tu si eres fastidioso.
-Ya me lo tomé mami, la fastidiosa
eres tu ¿viste las guacamayas? Hoy pasaron de largo, ayer les puse las semillas
de girasol y pasaron la tarde completa ahí en el balcón, les puse el agua e hicieron
un reguero.
-Por eso
vi las matas todas cagadas, yo dije esta mañana ¿Qué pasó aquí? ¿Qué mas les
diste? Ellas no pueden comer otra cosa, frutas pueden, lechugas, verdes, pero
no les des pan ni galletas.
-Ya está, me tocó regaño sin hacer
nada. Hasta limpié todo el balcón, las hojas de las matas no, a esa hora no
veía nada.
- ¿Qué
hubieras hecho si no me hubieras conocido? ¿con quién estuvieras? Tu conocías
unas cuantas locas, o aburridas también, porque eras extremo de muchacho.
-Tenias
rato que no sacabas ese tema ¿será que me voy a morir? ¿Con quien estuviera? Interesante
tu pregunta, no sé, no tengo idea, quizás me hubiese quedado tranquilo unos
años más, con más amigas o amiguitas, que se yo, quizás alguien que no hubiese
sido de esa ciudad, a lo mejor alguna amiga de Islandia, no sé.
- ¿De
Islandia? ¡Mi alma! ¿y a quien conoces en Islandia? Esa si no me la sabía, cuéntame.
-
¿Que te voy a contar? Nada, no conozco a nadie en Islandia, ni nadie de
Islandia me conoce a mí, que yo sepa, pero me estás haciendo preguntas al aire
y yo te contesto, así es el juego, y yo te pregunto: y si no fuera yo ¿con
quien estarías abrazada en las noches de frio? Tu si tenías tu fila de
pretendientes.
-No me
cambies el tema, aquella muchacha que vino de España, pero no era española ¿cómo
se llamaba ella? Era pelirroja, muy bonita. Se que estuvo en la universidad
contigo y vivía en la residencia de al lado.
-Que clase de memoria la tuya, no me recuerdo el nombre, ¿a que tu si te recuerdas? ¡¿Qué tal?!
-No, yo
no recuerdo el nombre, pero si recuerdo tu cara cuando ella aparecía, hasta tartamudeabas
¿de eso tampoco te acuerdas? Era muy bonita ¿la has vuelto a ver?
-Estuvo
enferma, muy enferma, la hija se la llevó para España donde ella vive, y ahí la
atendieron, no se como estará. La hija vino a estar con ella mientras
preparaban todo para llevársela, la clínica puso todos los peros para poderla
entregar, hasta que se logró. Pero ¿Por qué te acordaste de ella?
- ¿Y no recuerdas el nombre? Comenzaré a darte Fitina, si el médico lo permite, pero es necesario conservar la memoria, sobre todo a esta edad que no es que se olvidan las cosas, es que ha pasado mucho tiempo y muchas cosas se acumulan en la memoria. No queremos tampoco la memoria selectiva, que se olvide lo que conviene.
-Le
estás dando mucha vuelta para responderme por qué te acordaste de ella, tiene
que haber pasado algo que te haya llamado la atención, que te trajo a la memoria
no se que recuerdos, de eso ha pasado muchos años, muchísimos muchos.
-Le estas dando mucha vuelta para recordar el
nombre, sobre todo conociendo detalles de su destino, sus hijos y su salud en
los últimos tiempos, para tener tan poca memoria de un simple detalle como su
nombre. Ella me caía bien, ustedes hacían bonita pareja si el destino hubiese
querido.
-
(…Eso decía yo) No creo, ella no era loca, pero tenía algo extraño en su
comportamiento, yo decía que era la cultura de su gente, de donde ella es, entonces
me hice la idea que no íbamos a encajar, que no seríamos compatible en alguna
posible relación.
-Me gusta, continúa ¿Qué más?
-
¿Qué más qué? No me gusta ese tonito, y se me hace que tienes unas ganas locas
de pelear o de que vamos a terminar molestos. Que ganas de terminar este lindo
atardecer enfriando este café con una calentera sin sentido, con conjeturas de
algo del pasado que no ocurrió ni pasará (...lamentablemente, digo yo)
- ¿Por qué te molestas? Digo, si estamos
hablando tranquilamente, tomando un café, teniendo una conversación relajada,
recordando pasajes del pasado juvenil, trayendo recuerdos pícaros de esos
tiempos de la universidad, de tus amigos, de mis amigos, del grupo, de las
vivencias de esa época tan especial que vivimos juntos y separados, y terminas
alterado, quisiera entenderte para lograr comprender tu molestia, si supieras
que te vas a poner así ni te hablo, pasamos la tarde en silencio.
-Ajá!
Quien no te conozca que te compre; en verdad sabes crear una situación que sí,
molesta, porque quieres crear un evento ficticio y de ahí recrear situaciones
imaginarias para conseguir no sé qué. De verdad no se donde quieres llevar esta
conversación y este rato tan placentero que estamos pasando.
-Mira ese tono matizado del anaranjado en los
cielos, ¡qué bello! Es más bien como un tono “ámbar”, la naturaleza es
grandiosa, los atardeceres son especiales, para algunos son tristes para otras
personas son mágicos, hacen que las personas se transporten hacia la eternidad ¿no
te parece?
Se hace el silencio en esa sala de estar con
una brisa fresca entrando desde el balcón, los rayos del sol que atravesaban
las nubes casi se desvanecían, solo queda en el alto cielo el reflejo débil del
astro rey indicando que ya terminaba su jornada de trabajo, se acentuaba aún más
el silencio altisonante abriendo espacio entre dos personas que han pasado la
mayoría de su vida juntos
- ¿Por qué tienes los ojos llorosos? ¿Qué dije?
-
¡Lo lograste! la primera vez que me acerqué hacia ella lo único que atiné a
decirle fue “ámbar” tocándole de manera tímida su cabellera anaranjada, las
manos se me enfriaron muy rápidamente, ella se volteó a verme y cuando le vi
los ojos me deslumbró, eran de color ámbar, me invadió el tartamudeo y solo me
salió de la boca: “disculpa, que-que be-bello tus rizos naranjas, ¡guao! tus
ojos”. “Hola, me llamo Ámbar” con una sonrisa en su cara pecosa sobre una piel con tonos rosados. La vi antes que se fuera a España. Ella fue, pero nunca fue el
amor de mi vida, solo fue amor platónico(ni tanto) porque para ella también lo fui:
Se murió ayer.
Autor: Elio E.
Capitillo R.
Fecha: 12 Diciembre 2024
TODOS LOS
DERECHOS RESERVADOS
Comentarios
Publicar un comentario