Terminaba el mes y las preocupaciones de nuevo llegaban a la mente con la rutina de mantener la comida suficiente en las alacenas, las frescas verduras y frutas, y la rica charcutería en la nevera, tratando de ser lo mas eficiente y no estar desperdiciando alimentos, ni para ella ni para su fiel acompañante de la vida Bartolo, un guacamayo hermoso que la visitaba todas las tardes y se quedaba a dormir en el balcón hasta la mañana siguiente que continuaba su andar junto a otras aves de su especie que alborotaban la urbanización todas las mañanas al asomarse el Sol.
Al comenzar el mes la cuenta estaba muy bien organizada luego de cobrar la pensión, amén que no ocurriera alguna eventualidad en la casa, la mensualidad daba para el pago de la administración, el pago de los servicios, la compra de los medicamentos que no le cubría el seguro, el mercado, y siempre quedaba una reserva para alguna llamada de información de sus nietos que se encontraban lejanos, pero para ella siempre estaban al alcance de una llamada, ellos contaba con esa ayuda eventual si la requerían.
Su
ideal de vida a esa edad era que la pensión junto a tantos años de ahorros bien
logrados y muy bien administrados diera para mantener su comodidad construida a
su gusto durante su tiempo de trabajo y proyectos, restringiendo de manera gradual
su vida social que estuvo relativamente activa hasta que su querido Salomón dejó
de ser su acompañante de vida hace ya 5 años. Sus reuniones de cumpleaños, encuentros
familiares y las festividades de navidad pasaron a ser solo reuniones de cumpleaños,
procurando que alguien la invitara para sus cenas de navidad, sólo si se sentía
bien de ánimo, Bartolo siempre era buena excusa para irse temprano de alguna
casa donde no quería prolongar su estancia, o se sintiera incomoda. Siempre
cumplía con la torta de piña o el arroz con leche que todos le pedían porque les
quedaban deliciosos, y ella los hacía de mil amores porque el cariño que le
imprimía en la elaboración se reflejaba en la cara de sus amigos o familiares
cuando la probaban y luego escuchar sus halagos.
La
comodidad de su casa se basaba en mantener la cocina pulcra, siempre muy limpia
y ordenada, la sala y los cuartos muy organizados, frescos, ligeramente ventilados
y con muy buen olor, los baños con grado de limpieza clínica, las cortinas
perfectamente aireadas, aspiradas y con su control de lavado. Al abrir su
closet encontrabas todo organizado, la ropa en buen estado y con olores de recién
lavada con fragancia de suavizante de tela con aroma de bebé, el escaparate de toallas
y sábanas siempre al día con su aromatizante antihumedad, y su sachet de pétalos
de primavera perfectamente distribuido dentro de los espacios. El cuarto de
taller, arte y corotos era casi un museo de antigüedades muy bien organizado y
clasificado por especialidad y antigüedad, la cual lo heredó de Salomón que le
gustaba encontrar todas sus herramientas y materiales que mantenía en su
inventario mental, cada vez que las necesitaba.
El transcurrir de su vida en tanto orden y limpieza le llevaba a tener sus cosas en control, dando muy poca cabida a imprevistos, manteniendo estricto control de su dieta y su vida saludable, con caminatas matutinas con que iniciaba el día, precedidas de su baño con agua fría para luego preparar su desayuno mientras escuchaba su programa de noticias en la radio y luego el magazine de variedades que le ayudaba a despejar la mente con notas de actualidad y recetas del día a día. Su tarde se acompañaba de un buen libro de aquellos que les regalaba su marido y que fue dejando para leer después, pero siempre llegaban 3 o 4 nuevos para su nutrida biblioteca, por lo que creó una rutina de lectura por género que le resultó muy buena para mantener siempre temas de conversación interesante o joviales para sus visitas esporádicas.
Si de
amistades era el punto, hacía prevalecer a aquellas que durante su vida
estudiantil o de vida profesional la hicieron crecer o que les sirvieron de
apoyo incondicional en momentos complicados, al igual que ella que mantuvieron firmeza
y solidez en sus momentos vulnerables, mantenían la misma cohesión en las
alegrías, era el tipo de amistades que atesoraba, se convirtieron en su familia
cercana ante tanta ausencia o distancia familiar. De la misma manera, sus médicos
de consulta relativamente frecuente por
supuesto se convirtieron en sus amigos y confidentes, no obstante, siempre llevaba
su registro de citas anuales, medicamentos tomados, exámenes pendientes y datos
registrados de los resultados de laboratorio donde tenía sus tablas de valores,
con notas marginales del motivo de las variaciones; de igual manera los informes
de rayos X databan de cuando se casó, se convirtió en un archivo de historia médicas
de ella, Salomón y sus hijos, y se lograba encontrar una que otra copia de las prescripciones
de medicamentos de los nietos, con notas manuscritas del motivo de consulta y diagnósticos
emitidos por el facultativo cuando ella suplía la cita con sus nietos.
No podía
faltar esa devoción cristiana robustecida con el pasar de los años, las penas y
las alegrías familiares y los capítulos donde la salud atravesó sus momentos de
desasosiego transitándola hasta una plena recuperación o, por el contrario,
como el caso de su querido Salomón donde no bastaron las plegarias, los finales
no fueron los esperados, llevándola a buscar más razones para aferrarse a motivos
o dogmas religiosos. Su ritual comenzaba al abrir los ojos agradeciendo el
continuar viva y buscando razones celestiales del porqué seguir en este plano
terrenal, al saborear su café y disfrutar de su desayuno mucho o poco, Dios le
enviaba energía para continuar con su misión en La Tierra. La tarde, en el momento
del ocaso, cuando desde su ventana visualizaba el Sol despidiendo el día con sus
matices rojizos y anaranjados, anunciando que llegaba el momento de agradecer a
Dios por haber logrado cumplir sus objetivos ese día y había que preparar el lecho
para el merecido descanso, no sin antes encomendar a las inmaculada Madre de
Dios la bendición, la salud y la guía para sus hijos, nueras y nietos, además de
su familia que por lejana, olvidada o distante, seguía siendo su familia.
Bartolo, decía, era la clara evidencia que alguien necesitaba de ella, y él se convertía en la visita de la tarde para alegrarle el día haciéndole saber que, cualquiera fuera la circunstancia por la estuviera pasando, Bartolo estaba ahí, y no era casualidad que cuando ella estaba mas triste o preocupada, aparecía Bartolo con sus amigos que llegaban graznando si recato para alegrar el ambiente y, como decía ella, para espantar las tristezas y melancolías.
Una
vejez sencilla que fue organizándose toda la vida, no dejando nada al azar, haciendo
lo que había que hacer bien pensando, sin dejar de vivir ni amargándose por el devenir sino más bien ocupándose del presente para un mañana con futuro
Autor: Elio E.
Capitillo R.
Fecha: 18 Octubre 2024
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