VIVIRÁS EN EL CALAFATE

   Era otro final de tarde en el siempre frio El Calafate, en la costa sur del Lago Argentino, el pueblo por excelencia donde los turistas llegan a sus posadas a disfrutar de los majestuosos parajes glaciares de la zona sur de Argentina. Llegaba Daniel y Matilde, esta pareja de novios procedente de Rosario estaban por primera vez de visita al pueblo, animados por sus amigos y familiares que siempre le habían hablado de El Perito Moreno y las aventuras que se armaban en torno a la escalada de su magnificente glacial, todo estaba planeado por el grupo de excursionistas del pueblo que preparaban el transporte, el ropaje y sus accesorios para llevar a cabo todo la expedición.


  Quedaba la noche para dar una vuelta por el pueblo, caminar disfrutando de la brisa fría, y comer en los bellos parajes gastronómicos de la avenida del Libertador, pudiendo degustar entre otros platos del famoso cabrito a la leña, y luego continuar caminando para bajar la comida. Todo un idilio el que estaba viviendo esta pareja de enamorados, preparándose para el día siguiente a la gran aventura de la escalada del glaciar, cuando en el camino se consiguen una heladería de las más famosas de Argentina, que entre su infinidad de ofertas de sabores estaba justo la del fruto de calafate. La chica no era de gustos exóticos por lo que eligió el popular helado de vainilla con dulce de leche, pero su acompañante no dudó en escoger el del fruto de la región, él debía escoger algo que llevara en su recuerdo para el resto de sus días, propio de ese rincón maravilloso seleccionado por la naturaleza como tierra de glaciares.

  Habían otros visitantes en la tienda, y cada uno interesado en probar los helados de sus gustos y sabores exquisitos diferentes en esta curiosa heladería de la zona; de pronto aparece un señor mayor con un saco marrón y gorro negro que estaba pasando por detrás de la pareja, logra escucha a Daniel muy entusiasmado pedir al tendero el famoso helado del fruto de la región acompañado de dulce de leche, por lo que se le acercó y le susurró al oído, en apenas audible voz: “cuidáte del calafate, vivirás  en El Calafate”, Daniel voltea inmediatamente y apenas logra entender que le dice, por lo que esboza una sonrisa nerviosa e infantil; Matilde se queda viendo alrededor de la tienda, no logra ver nada en especial pero se fija de la reacción, luego voltea a ver a Daniel de manera nerviosa, sintiendo un frio en sus entrañas. Ambos disfrutaron de sus helados a la vez que continuaron caminando, más adelante al pasar frente al parque jardín de El Calafate logran ver la persona con el saco marrón y el gorro negro caminando hacia una zona oscura, ellos trataron de seguirlo con la vista a lo lejos pero le perdieron la pista, luego evitando complicarse sus vacaciones ellos buscaron llegar de nuevo a la posada donde pernoctaban.

  Al día siguiente como estaba planeado, llegó a la posada el grupo de guías en el transporte, y luego de un desayuno revitalizador y un sabroso café bien caliente se embarcaron hacía El Perito Moreno para la gran aventura de la escalada del glacial, todos bien atentos en el transporte, escuchando las indicaciones de manera precisa, y preparando los accesorios para no perder el tiempo al llegar al campamento que los recibía en la base lateral del glacial, ahí donde se preparaba el resto del equipamiento y los miembros guías del grupo para alistar la partida. Todos bien abrigados con ropa especial térmica debajo de la vestimenta,  doble chaquetas, guantes, bufandas y los particulares crampones para lograr pisar el resbaladizo piso de hielo del glaciar. Al bajar, muertos de cansancio y con sus reservas de agua agotadas, venían sedientos, casi deshidratados, se acercan al campamento base buscando donde comprar botellitas de agua mineral, el personal de apoyo los envía a una pequeña tienda muy cercana.


  Al llegar a la tienda Matilde compra las botellitas de agua, y se fijan que venden otros antojos y snacks, a lo que Daniel le dice – ¿viste que venden helados?- Matilde pide unas galleticas saladas, y Daniel en tono jocoso le pregunta al tendero - ¿tendrás helado de calafate? – y siente un susurro en la brisa que sopló de repente “”…vivirás en El Calafate””, Daniel se voltea y le dice a Matilde que deje la broma, Mati solo llega a responderle – ¿vas a comer helado en pleno glaciar, loco? El tendero con una sonrisa un tanto misteriosa, le responde –tenemos helado de calafate para todos los habitantes de este bello pueblo, como tú-. Matilde sale de la tienda para verificar el grupo de excursionistas que vinieron con ellos y el transporte, y de inmediato se devuelve a la tienda, Daniel le pide que le tome una foto comiendo helado de calafate, y se posa con la cara lateral del glaciar de fondo donde habían otras personas, Matilde hace la toma y en medio de la gente logra ver a una persona con un saco marrón y el gorro negro, que aparece en la foto tomada, pero no se ve en el paisaje, entre la gente, se desapareció en un abrir y cerrar de ojo.

  Regresa en el transporte el grupo de excursionistas, echando broma, contándose las aventuras y desventuras en su paseo sobre el imponente glaciar Perito Moreno y la marcha con los guías. Comienzan a llegar cada integrante a las posadas donde se hospedan, directo a bañarse con agua caliente, descansar un poco y preparase para salir a cenar. Ya llegada la noche Daniel y Mati salen de la posada y van en búsqueda de comida que le reponga el gasto energético que significó el día de excursión, comer de las espectaculares carnes que ofrece la región austral, y al final de la cena Daniel le pregunta al mesonero que si le podían ofrecer algún postre elaborado con frutos de la región que le ha gustado tanto, Matilde voltea a verlo, y el mesonero le responde –dejá preguntarle al pastelero que está allá- al voltear se logra ver entre las chimeneas y sombras del bello restaurant de carnes una silueta del hombre con saco marrón y gorro negro. Matilde reacciona rápidamente y le dice a Daniel – ¡hey loco, pará, pará! ¿Qué estás haciendo? Cada vez que pedís el calafate me entra unos nervios en el estómago, esto no es normal, ayudáme vos ¿Qué querés hacer? ¿Esto es a propósito?- y sale inmediatamente Matilde del restaurant, entre molesta sin saber exactamente de qué y nerviosa sin conocer que le originó los nervios, ni que preguntar para despejar las dudas o interrogante.

  Queda un rato afuera del restaurant tomando aire y pensando de todo y no sabe en qué, se queda esperando a Daniel, con la esperanza que al menos saliera a saber de ella, pero eso no sucedió. Al rato ella entra de nuevo al restaurant y consigue a Daniel charlando con el dueño del restaurant, sentado en la mesa disfrutando de un sabroso postre hecho con calafate y compartiendo una botella de vino tinto – Mati, vení, sentáte con nosotros, conocé al dueño del restaurant, ¿querés mate o querés vino? – cuando Mati se acerca a la mesa a sentarse, se percata que está frente al hombre de saco marrón y gorro negro, y éste le esboza una sonrisa ladeada con una mirada de soslayo, Matilde abre asombrada los ojos y responde de ipso facto con un escalofrío en su cuerpo – Daniel me voy a la posada, buenas noches- sin dejar espacio a ninguna pregunta o frase.

  Al día siguiente, Daniel se despierta y ve que Matilde no está en la habitación y que su equipaje también está ausente, sale a la recepción y hasta el salón de desayunos, ha abandonado la posada con destino a Rosario. La reacción de Daniel es de desconcierto pero casi al instante le resta importancia, surgiéndole una sonrisa en su rostro y una actitud de despreocupación total; aprovecha y toma su desayuno bromeando con el personal. Sale de la posada dirigiéndose al pueblo para regresar al  restaurant donde estuvo la noche anterior, buscando al amigo del saco marrón y gorro negro que le ofreció un terreno donde podría sembrar y cosechar calafate, entre otras especies de la región, montar un negocio y dar servicio de hostería y restauración para los miles de turistas que vienen de diferentes partes del mundo a disfrutar de ese apartado lugar del mundo a ofrecer las bellezas de sus paisajes espectaculares… “”Vivirás en El Calafate  JaJaJaJaaaaa…..””

 

Variante moderna de La Leyenda del Calafate

Autor: Elio E. Capitillo R.

Fecha: 18 Junio 2024

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