JUANCITO EL DE LOS CUENTOS

    Durante su inquieta y curiosa niñez y su juventud, se afirmaban sus valores religiosos, avanzaba el año 1829 en Becchi - Italia, el joven Juan Bosco se encontraba en formación sacerdotal de la mano de Don Calosso quien era el capellán de Murialdo, siendo su primer profesor de latín, pero más importante aún, fue su primer guía espiritual, ratificándole esa inclinación manifiesta de su providencial sueño a la edad de 9 años. Juan era un joven dedicado y curioso, con vivencias en dificultades económicas que se vio en la necesidad de buscar varios oficios, donde con su afabilidad y su simpatía arrastraba a otros jóvenes y niños a tertulias motivadoras.

  -Juan, me podrías explicar por qué este establo está tan arreglado como si fueras a recibir personas, ¿vas a dar una misa aquí? –le pregunta el dueño de la granja

  -Pronto daré misa si la Santísima Virgen me lo permite, pero por ahora luego de la faena aquí en su granja, dedico un tiempo a charlar con niños y jóvenes, sólo le estoy dedicando un poco de tiempo para conversar con ellos, no estoy interrumpiendo mis actividades asignadas, lo estoy tomando de mi tiempo de descanso, espero no se moleste señor – aclara el joven Juan

  - No me molesta siempre y cuando se cumpla el plan de trabajo, y no quiero que esto se vuelva un desorden con estos muchachos en el establo, aquí tengo herramientas y el heno del ganado, para eso está este establo – reitera el dueño

  -No se preocupe señor, yo corro con las consecuencias si llegase a pasar algo, que no va a pasar. Estos amigos sólo vienen a pasar un rato diferente, y sus padres le están dando permiso solo por una hora. Yo estaré narrándoles unos cuentos y a la vez aprovecho para darle un mensaje positivo para su vida cotidiana- comenta Juan

  -Juancito, ven niño para que comas algo, no has comido nada en toda la tarde –lo llama la esposa del granjero

  -Gracias señora, no quería pausar el trabajo para que me diera tiempo de atender a mis amigos, y luego comer algo en la taberna donde estoy de mesero –le comenta Juan

  -Juancito ¿Tu de aquí sales de nuevo a seguir trabajando? Pero bueno niño ¿Cuándo descansas? ven de inmediato hazme el favor – ratifica el llamado la señora.

Así pasan los días de Juancito, ese joven alegre y entusiasta con sus múltiples actividades que no le merman las ganas ni la energía, y mientras más jóvenes conocen, más se agregan a sus conversatorios nocturnos, para luego dedicarle tiempo a su formación académica y sus estudios religiosos que tanto le interesaban.

Pero en el norte de Italia venía la estación invernal, y el establo no sólo se convertía en el espacio para los animales, era el refugio perfecto para que, con el calor de las vacas y los terneros, la magia surgiera de la simplicidad rústica a un escenario fascinante para sus amigos y vecinos. Juan tenía un tono de voz juvenil lleno de fuerza, matizaba sus narrativas de forma cautivadora envolviendo a su público en historias y aventuras que transportaban a su público a mundos maravillosos, llenos de alegría y fantasía, el frio hacían parte de la magia, pero la manera de los relatos daban forma a los episodios únicos de escuchar, dejando mensajes y enseñanzas a su audiencia.

Noche a noche Juan leía y estudiaba para idear un mensaje auténtico y motivante, dándole firmeza a la formación religiosa que cada vez se afianzaba más en su ser, con toda esa juventud que le gustaba y le llamaba la atención sus relatos, no solo escuchar cuentos y aventuras, querían saber de la vida de Cristo, de las enseñanzas de la iglesia, y de cómo ayudar a la comunidad, como llevar sustento a los niños con problemas de salud, como darle soporte a esas familias que no podían darle mejores condiciones de vida a sus muchachos. Era un mensaje que se iba disgregando a varias comunidades en las voces de los más jóvenes.

  -Juan, quisiera que me acompañaras a mi pueblo para llevar esos cuentos que tanto gustan, y la manera de como tu amenizas tu relato, es muy especial, a los muchachos les está gustando tu manera de tomar la palabra, y lograr la participación haciendo involucrar a los presentes – le anima un amigo que trabajaba en la iglesia de un pueblo cercano

  -Si me ayudas a poder quedarme en algún sitio en la iglesia, o en tu casa, yo con todo el gusto llevo mis relatos, pero también quisiera que me acompañes a la iglesia porque debemos ayudar a los niños pobres que deben también educarse, no solo trabajar para sus casas, son niños y se les debe dar herramientas para que en el futuro sean mejores personas – recalcó Juan

  -Juan, es lo que quiero lograr con la iglesia, que sea la institución que comprometa al gobierno local para que preste apoyo y mediante su legislación logre que los niños vayan a tomar clases, y a la vez reciban atención de salud de parte de la iglesia, pero sólo con los fondos de la iglesia y el mensaje dominical no estamos logrando mucho –le ratifica el amigo de la iglesia

Al llegar al pueblo se consigue con un grupo de muchachos que ya han escuchado de Juan y sus relatos, están muy entusiasmados de querer conocer en primera persona a tan especial mensajero que trae también una misión de interés para los jóvenes, como es la de ser mejores personas con su familias, con sus compañeros, con sus vecinos, que animaban a cambiar y afianzar sus valores morales y sobre todo tocar su corazón para lograr el bien con enseñanzas espirituales.

Así es como con relatos y cuentos, reuniendo a cada joven que ya mostraban pleno interés en el mensaje de Juan Bosco, lo animan a crear la Sociedad de la Alegría, justo antes de ordenarse como sacerdote, tejiendo el camino hacia lo que siempre había soñado, congregar a jóvenes necesitados, y niños en condiciones de calle o enfermos

Ya en 1854 se inicia la Sociedad Salesiana dando formalidad a todo un trabajo de obras y misiones de beneficencia que debía asegurar darle continuidad y compromiso en el tiempo, aquel joven de los relatos dejaba atrás su juventud pero siempre en su espíritu llevaba la misión de ayudar a los niños y jóvenes, pero ¿Qué pasaría con las niñas y las jóvenes en similares condiciones de pobreza, salud o condición de calle?

De visita a Mornés de la mano de Don Pestarino éste le contó a Don Juan Bosco que había una joven llamada María Mazzarello en Turín, que no narraba cuentos pero tenía como motivación principal en su vida la de ayudar y darle soporte a las niñas y jóvenes, misión bastante similar a lo que hacía Don Juan Bosco con sus muchachos. Pues Don Juan la conoció, supo y compartió su forma de colaborar y la animó a formar el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, luego que Maria Mazzarello lo conoció,  le dijo que ella sentía que debía conocer a la persona que genera eco de la voz que sentía en su corazón con lograr expresarla, algo siempre esperado en ella, “Juan Bosco es usted un santo, y yo lo siento”

La juventud de Don Juan Bosco llegó a su fin físicamente el 31 de enero de 1888, pero sus cuentos entusiastas y llenos de valores continúan hasta nuestros días, relatos y mensajes de cambio y superación que hacen eco en los jóvenes, esta vivencia ejemplar llevaron que el Papa Pio XI el de 1 de abril de 1934 lo declarara San Juan Bosco.


Escritor: Elio E. Capitillo R.

Fecha: 25 Jun 2024

 

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