Se van agrupando los eventos, indescifrables hasta los momentos, en torno al hallazgo del costal de cuero debajo del árbol, y su transcurrir luego de ser rescatado donde se ubicaba cercano al riachuelo, y todos estos hechos van asociados a acciones efectuadas por Mr. Douglas, permitiendo de alguna manera que Mr. Eduard tenga vinculación.
Llega Mr. Douglas a su casa
y consigue a su señora contenta y complacida con él, porque encontró un ramo de
flores silvestres en el salón frente a la chimenea, que ella identificó que
provenían de los jardines del palacio, en ocasiones pasadas él había llevado, pero
esta vez fue una real sorpresa porque estaban ya en casa cuando ambos llegaron
de la calle; el olor invadía la casa porque el ramo contenía flores de lavanda
y jazmines acompañadas de eucaliptos que Mr. Douglas suele conseguir cercano
a las colinas. Mr. Douglas se queda en silencio, esbozando una sonrisa disimulando
su sorpresa, pero no quería estar dando explicaciones que él no tenía a su
esposa.
Mr. Douglas sale de su casa sin poder retirar el costal de su chimenea, y va a encontrarse con Mr. Eduard, sumamente preocupado, va conduciendo y en el camino va volteando su cara de lado a lado pendiente si alguien lo seguía o si veía a la guardia del palacio. Al llegar a casa de Mr. Eduard, él le da las gracias por haber enviado esas flores silvestres a su casa, alegrándole el día a la esposa, a lo que Mr. Douglas le pregunta que quien la habría entregado, contestándole que el ramo estaba en su casa cuando él llegó. Mr. Douglas se da la vuelta con las manos en la cabeza, y el dice a Mr. Eduard que están pasando cosas extrañas y que no está consiguiendo explicaciones, y no quería conectar con el costal, pero todo lleva a que pudiera haber un vínculo, pero él no entiende que está pasando; por ahora le interesa rescatar el costal de la chimenea de su casa, sin que su esposa tuviera que enterarse, para proceder a terminar de abrir el cofre.
Mr.
Eduard convida a un plan para rescatar el costal apenas la señora de Mr.
Douglas salga de su casa, y llevarlo a algún paraje lejano de Falkland para
poder abrirlo con la calma y la dedicación necesaria. Logran sacar el costal de
la casa al siguiente día, y se van los dos en el carro de Mr. Eduard, buscando
hacia el sur, vía hacia el bosque, donde seguramente encontrarían un lugar
seguro. Ya casi llegando a los bosques del sur se consiguen un punto de control
de la policía, se detienen y los hacen bajar del carro a ambos, para revisar el
vehículo, luego preguntando hacia donde se dirigen, Mr. Eduard con toda calma
contesta a los agentes que ellos son del personal de jardinería del palacio de
Falkland, y que estarían hacia esa zona buscando troncos húmedos para los
jardines, pero uno de los agentes pone el ojo en la aptitud de Mr. Douglas que
está nervioso, por lo que se acerca a interrogarlo, y observar su
comportamiento, Mr. Douglas responde que no está nervioso, que está preocupado
porque deben regresar pronto al palacio ya que tienen personal trabajando allá,
que por favor revisen rápido lo que vayan a revisar que ellos debían volver a
sus actividades a la brevedad al palacio.
Así hicieron
los agentes de la policía de Falkland, con los muy conocidos jardineros del
palacio que se ofrecieron a ayudarlos, la respuesta al unísono fue que no hacia
falta ya que sólo ellos iban a hacer una selección de las especies en la zona
para que luego viniera el personal con sus máquinas y el camión que
transportaría los troncos hacia el palacio. Al fin llegaron a un paraje en los
bosques del sur donde inmediatamente tomarían el costal, lo pasaron a la maleta
del vehículo para desde allí sustraer el contenido y tener una visual amplia y
clara del contenido del cofre.
Al
descubrir el cofre de cobre de la mullida mantilla beige con las iniciales
bordadas “M de G” brota un aroma a flores espectacular que inunda la escena, esto impacta
y los pone en alerta a ambos con la mirada frente a lo que pudiera contener el
cofre, pero a su vez tienen bien presente en su memoria los eventos que han
venido presentándose desde el día que extrajo el costal de debajo del árbol. El
cofre en perfectas condiciones luego de haberlo dejado húmedo y lleno de barro
de donde se extrajo, el orden y prolijidad del depósito de jardinería, los ramos
de flores silvestre en sus casas cuando no había nadie que los recibiera, todos
estos eventos debían de tener alguna explicación lógica, o al menos eso era lo
que ellos deseaban porque los sucesos eran indescifrables a primera vista, y no
querían estar rodeados de eventos misterioso o tenebrosos detrás de tanta
belleza, mucho menos generar algún problema con los miembros de la realeza de
Falkland.
Al tener el cofre en la mano logran destacar con detalles como se dejaba ver las hebillas y los remaches perfectamente acabados, las correas como si estuvieran recién elaboradas y todo muy finamente empacado. Proceden a correr las correas a través de las hebillas una a una, con sumo cuidado, como si se tratara del desarme de una bomba de relojería, logrando abrir los broches y comenzar a levantar la tapa del cofre, poco a poco, por precaución de lo contenido, por previsión de no deteriorar el objeto que pudiera guardar, por cuidado de no someter sus caras, manos u ojos a cualquier tipo de maleficio que pudiera irradiar el contenido. Al terminar de levantar la tapa del cofre contiene un bello forro de seda blanca donde se consiguen con un sobre elaborado con un ligero tulle con las letras finamente bordadas “M de G”, y este a su vez contiene un pequeño pergamino que titula en su cabecera en letras manuscritas en perfecta caligrafía “M de G”.
Mr. Eduard
observa con mucha atención cada detalle de lo que tiene en su mano, pero también
logra impresionar en su mente el detalle de las iniciales que persiste con su
presentación en cada objeto develado, forzando en su memoria lo que podría
significar cada letra, estando como primordial opción que denotara las iniciales
de algún miembro de la realeza en la antigüedad, cuestión que si ese era el significado
se obligaría a buscar entre la historia de los miembros que han pasado por el
palacio de Falkland, algún familiar lejano que estuvo de visita en alguna
oportunidad, alguna cita romántica pasajera en los espacios de los jardines, o
bien pudiera ser algún caballero real que escondió las pertenencias de alguna
olvidada pretendiente. El hecho es que era necesario hallar conexión del significado
de esas iniciales, y desde ya comenzaba a hacer un trabajo arduo.
Mr.
Douglas comienza a rebuscar en su memoria y las largas conversas que había tenido
con los miembros de la realeza que se habían acercado a sus menesteres, logrando
conectar con el jardín y su trabajo admirable de mantener en perfecto estado de
mantenimiento cada espacio ocupado con arbustos, flores, fuentes, estanques y
la cantidad de árboles que rodea al palacio, donde afortunadamente en el tiempo
que él ha estado han sido varios personajes en diferentes épocas, que cuentan
sus relatos, y las crónicas de otras historias, por lo que albergaba en su mente
cantidad de semblanzas que quedaría analizar de cada cuento escuchado cuales
eran historias verdaderas, y cuales eran cuentos que se volvieron crónicas para
justificar algún actuar o sus consecuencias, trayendo a la actualidad la
conversión de mitos y leyendas del palacio de Falkland a través del tiempo, con
protagonistas que ya no están, no existen, y por no ser historia oficial no se
registra si no que queda en el anecdotario de los miembros de la realeza o en
las historias insolentes de la servidumbre, del cual históricamente le reducen
y minimizan la veracidad que pudiera tener.
Mr. Eduard se arma de valor y extrae del sobre el pequeño pergamino que tiene un escrito, unas ilustraciones de estrellas, corazones y flores similares a las margaritas que a todas luces describen una relación romántica, y dibuja una especie de boceto de mapa denotando unos espacios específicos justo hacia el camino del riachuelo camino avanzado desde la caballeriza, destacando al final del escrito unas manchas muy parecidas a las dejadas por dos gotas de sangre largamente añejadas. Mr. Douglas se ubica en la geografía de sus amados jardines inmediatamente, pero trata de precisar con Mr. Eduard que es lo que dice en el escrito:
“De nuestra conexión en este espacio de tiempo,
quedará el bello recuerdo de nuestros instantes de vida compartiendo los
momentos más bellos que hemos vivido. En el recuerdo en nuestras mentes quedará
cada gesto, cada palabra, cada mirada, cada caricia, cada deseo complacido, hasta
que la muerte nos alcance. De mi boca no saldrá ninguna historia para nadie,
solos tu y yo sabremos lo que vivimos; solos tu y yo llevaremos este secreto
hasta las alturas del eterno universo para expandirse y desvanecerse en el
espacio y en el tiempo. Lo nuestro nunca va a poder ser. No fui yo, fue el destino que dispuso esto. Nos encontraremos
pronto”
Eternamente
tuya “M de G”
Mr. Eduard queda en silencio
asimilando cada palabra y cada frase escrita desde lo más puro del alma enamorada
de esa mujer, pero a su vez queda cavilando de que personajes en la historia del
palacio pudiera venir, que por lo descrito en el texto es una historia secreta
de amor donde muy pocas personas o nadie pudiera tener información de ese
evento sentimental, y que habría pasado con ellos.
Mr. Douglas se quedó con la imagen del mapa que describía el pasillo del
riachuelo hacia la caballeriza yendo al palacio, donde había unos arbustos y
unas plantas de flores que se mantenían florecientes durante todo el año, era
el tipo de flores que milagrosamente aguantaban el duro invierno, y las altas
temperaturas del verano, con una belleza resiliente admirada por todos los
trabajadores de jardinería que pasaban por ese lugar.
Ambos revisan a detalle el resto del cofre y no consiguen mas nada que
llamara la atención, todo estaba resumido en el pequeño pergamino y su romántico
escrito, producto de una relación clandestina en lo que dejaba interpretar su
texto y sus intenciones. Vuelven a cerrar con la delicadeza que amerita lo encontrado,
y cada componente del cofre, lo envuelven con suma delicadeza con la mantilla
beige, y lo introducen en el costal, para emprender desde los bosques del sur el
viaje de regreso hacia el palacio.
Al llegar al palacio Mr. Douglas se dirige de inmediato hacia la caballeriza
y rememora la ruta hacia palacio para ubicar la jardinera que contenía las
flores resilientes, al llegar a la zona ratifica la presencia de las flores que
logra identificar con jazmines, margaritas y lavanda, que son las que emanan
ese olor tan característico y agradable en toda la zona. Queda observando el
terreno y verifica que al tener unas flores que persisten en el tiempo,
realmente no se le efectúa mayor mantenimiento al terreno, por lo que llama a su
personal y pauta para el siguiente día revisar con sumo cuidado todo el terreno
debajo de esas bellas flores, donde él va a estar presente. Le notifica la tarea
del personal a Mr. Eduard y este aprueba la actividad especial para el
siguiente día.
Al siguiente día, luego que la servidumbre terminara de desayunar, se va
el grupo para el deposito de jardinería, prepararon las herramientas y se dividieron
entre los grupos de trabajo y las secciones de jardinería del palacio, donde
Mr. Douglas escogió a las personas que iban a trabajar con él en la jardinera
de las margaritas y jazmines. Al despuntar el Sol ya han comenzado a limpiar
parte de la jardinera, donde van descubriendo parcialmente la tierra, realizado
con mucho cuidado para no alterar y maltratar los tallos y raíces de las
flores. Poco a poco van avanzando, recogiendo y analizando todo lo recolectado
por Mr. Douglas, en el interín van rastrillando el terreno y se consiguen con una
placa de piedra en medio de la gran jardinera, a lo que a Mr. Douglas le llama
la atención, ya que no esperaba la presencia de esa placa en ese lugar, pero
advierte inmediatamente haciendo un llamado a descanso e hidratación al
personal. Cuando todos se retiran hacia la casa de la servidumbre, Mr. Douglas
se queda junto con Mr. Eduard para revisar con detalle la placa hallada en esa
jardinera, al lograr despejar el espacio para visualizar bien la cara de la
placa alcanzan a visualizar una especie de caracteres tallados en la cara
superior. Mr. Eduard toma un poco de tierra que echa sobre la placa, medio
despeja el exceso y consigue visualizar los caracteres con rasgos caligráficos
ya claramente identificados: “M de G”.
Se incrementa la curiosidad de ambos, por lo que comienzan a buscar escarbar para intentar dimensionar el tamaño y la profundidad de la placa, y así verificar la probabilidad de levantar y develar lo que cubría esa placa de piedra. Haciendo un esfuerzo entre los dos, y apresurando las acciones aprovechando que todavía están sin el personal que están descansando, mueven con la ayuda de un pequeño tractor la placa, accediendo a una especie de cámara subterránea que contenía una bella urna de bronce y una placa metálica con un escrito en una preciosa caligrafía grabado sobre el metal:
“Margaret de Guillaume - 1592"
Este hallazgo los dejó perplejos,
los dejó sin palabras, sin accionar alguno. Al destapar la cámara subterránea sintieron
un aroma floral que quedó suspendido en el ambiente, en ningún momento se
percibió humedad, ni insectos, ni raíces, se consiguieron un espacio
perfectamente conservado, asemejaba una cámara hermética. Pero era hora de
reponer todo lo removido porque ya estaban de regreso sus trabajadores, y
lograr cerrar la cámara con la precisión que estaba para continuar en el tiempo
el estado de conservación que mantenía, ahora era eso lo que preocupaba.
Mr. Eduard se quedó con la tarea de investigar acerca de “Margaret de
Guillaume” y los sucesos tanto del palacio como de miembros nobles del año 1592
para intentar tejer una historia que conectara con todas las claves que iban
apareciendo. No era nada fácil la labor que se encomendó ya que quería mantenerlo en
la mayor confidencialidad, y no involucrar a nadie, pero lograrlo era el
siguiente objetivo. Mr. Douglas se encontraba en una especie de laberinto ya
que quería deshacerse del costal, no tenerlo consigo, ni guardarlo en su casa,
o en el deposito de jardinería, pero donde guardarlo que no estuviera al
alcance de cualquiera de los miembros del palacio, ni mucho menos de la
servidumbre, era la gran pregunta.
Días después
Mr. Eduard pasaba al palacio para buscar al Mayordomo que se encontraba en el
pasillo de la nave central hacia el salón de comensales, estuvieron discutiendo
varios trabajos que había que realizar en las caballerizas y los cuidados
veterinarios que tenían programado para sus equinos, preparándolos para la
temporada de descanso donde vendrían seguramente familiares de los miembros
nobles para vacacionar en el palacio de Falkland. De pronto Mr. Eduard se queda
pensando fijando la mirada lejos, y queda mirando uno de los retratos en las
paredes altas del pasillo, era una pareja y abajo se leía en el letrero de
identificación: “Paul Knibbe y Margaret Vinstarr de Dinamarca – 1591”. Mr.
Eduard no sabe porque se quedó mirando el retrato, pero de la pareja le llamó
muchísimo la atención la mujer, y no entendía por qué. El mayordomo se le queda
mirando e intenta aclararle la lectura de la identificación, reiterándole que
esa pareja estuvo de visita en el palacio en el 1591, se llevaban muy mal según
los recuerdos de la servidumbre de la época, él era embajador de Dinamarca y
ella su esposa, llegó un momento en que Mr. Paul enfermó y se regresó a su reino,
Miss Margaret se quedó en el palacio junto a su servidumbre, entre los cuales estaban
tres dama de compañía y un criado que era de origen africano que llamaban El Moro.
Ella estuvo un año aquí en el palacio, y decía que esperaba que viniera Mr.
Paul a buscarla, de pronto El Moro se desapareció del palacio y sus alrededores.
Miss Margaret se entristeció muchísimo, y le daba por caminar y recorrer los
jardines, se le encontraba llorando desconsoladamente, y a veces gritaba “…Guillaume,
¡¡Guillaume!!” pero nunca se supo porque gritaba ese nombre.
Autor: Elio E. Capitillo R.
Fecha: 07/06/2024
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