Transcurría el siglo XVI donde estaban registrándose variaciones de temperatura de forma gradual en el tiempo, y fuera de la franja tropical, al finalizar la tarde, el frio se volvía el enemigo más fuerte, era el momento que marcaba la huida de cantidades de habitantes humanos y fauna que agotados por intentar tolerar fríos extremos, emprendían camino hacia los rincones más recónditos para tratar de conservar el calor corporal que se había podido generar con la poca o nada de ingesta que se había logrado en el día. Esta temporada marcaba dos ritmos, o buscabas para comer algo y poder continuar caminando, o en caso contrario te reservabas en el sitio donde estuvieras para no consumir las escasas energías que mantenía el cuerpo para apenas poder mantenerte con vida, al final las respuestas las lograbas ver alrededor, con los que se aventuraron a salir a buscar sustento y no lograron su cometido, quedando en el camino muertos de hambre y frio. De los que no soportaron las inclemencias, lamentablemente, se podían aprovechar las prendas de vestir gruesas y vaporosas que servían para protegerse de la cruel brisa gélida.
Los
cazadores salían a los campos cubiertos de extensa y gruesa nieve, para
intentar cazar algo, cualquier especie era buena proteína grasa, ya que el frio
acompañado de brisa intensa había adelantado trabajo y lo que conseguían era realmente
escaso debido a que, al tener las siembras perdidas o cualquier tipo de especie
vegetal totalmente quemada por las bajas temperaturas, los animales menos aptos
para esas condiciones extremas iban también muriendo al sufrir de inanición,
siendo presas sumamente vulnerables. La suerte era conseguir las especies que
tenían la capacidad de hibernar, y era realmente una fortuna porque estas
especies solían enterrarse o convivir en cuevas encontradas o fabricadas, que
por lo general se mantenían bajo gruesas capas de nieve, entonces estos
cazadores desarrollaban la capacidad de intuir donde podrían encontrarse estas
madrigueras, tanteando entre las cercanías de los arroyos, o en medio de
tupidos bosques, donde podrían pronto convertirse en cazadores propensos a ser
presas de otra cadena alimenticia más ágil, rápida, sigilosa, logrando superioridad
al acechar con mejor capacidad a sus victimarios.
Los
centros poblados al norte quedaron prácticamente abandonados, sus pocos
habitantes que lograron sobrevivir a tan fatales condiciones climáticas
prescindieron de sus hogares, huyendo hacia destinos inciertos que no
aseguraban mejores condiciones, pero definitivamente había que alejarse de lo
que anteriormente se ofrecía como lugares habitables, ahora sencillamente no lo
eran. Dilataron sus decisiones acarreando con ellas graves y profundas
consecuencias al ver sus familiares y amigos cercanos sufrir las arremetidas de
las condiciones del tiempo, creyendo que solo eran situaciones pasajeras, y
mejorarían como en otras épocas, pero esos ciclos con temperaturas menos gélidas
no regresaban. Los criadores y pastores lo perdieron todo, sus rebaños fueron
acabándose uno a uno de manera acelerada, no había condiciones de reproducción
en ningún tipo de especie, y al no poder sembrar sencillamente la subsistencia
se hacía casi imposible. Estos no eran pueblos nómadas, eras asentamientos ya
establecidos durante muchos años, hacía siglos habían dejado de ser errantes
para conformar comunidades basando sus economías en las cosechas y rebaños,
apoyando también el desarrollo entre sus pobladores que iban a las guerras
convocadas por los reyes de los imperios dominantes de la época.
No
obstante la vida continuaba en otras latitudes, igualmente alterada por la
variación del clima pero en condiciones medianamente acordes para la vida
humana que desarrollaban actividades económicas que lograban dar sustento a
diferentes territorios afectados por el cambio de las temperaturas de La Tierra,
aupando de esta manera el comercio internacional para conseguir abastecer de
alimentos y bienes a los afectados con capacidad de intercambio comercial, ya
que otras regiones sencillamente no podían obtener objetos de interés para los
trueques. Durante el periodo de la pequeña era de hielo si bien hubo
territorios severamente afectados en sus sistemas productivos, otros imperios
estaban planificando sus expansiones conquistando territorios y colonizando regiones
con poderosos ejércitos que transitaban por el mundo, a pesar de las
condiciones climáticas cambiantes.
Los
seres humanos caminaban hacia la transición de sus vidas, adaptándose en nuevos
territorios, con nuevas comunidades que les daban cabida para su convivencia,
aportando capacidad laboral o nuevas habilidades necesarias o innovadoras
capacidades en estos nuevos centros poblados, creados por migrantes de regiones
remotas que buscaban alivio a tan trascendentales condiciones. Era común el
encuentro de culturas diferentes, combinación de idiomas que acompañaban y
daban paso a formar comunas con similares intereses, o buscaban adaptarse en el
amplio modo humano donde surgían necesidades que habían de cubrirlas. De igual
forma, el tránsito de personas errantes traía lo diverso de la humanidad en sus
habilidades, llámese costuras, pinturas, artesanías, metalistería, escrituras,
todas manifestaciones necesarias para el provecho y crecimiento de estos
asentamientos.
Y aunque
en las regiones boreales y australes estaban sucediendo variaciones climáticas
importantes que obligaban a severos cambio o adaptaciones de la vida en todas
sus especies, en la zona meridional donde las variaciones de temperatura no
afectaban el hábitat y sus condiciones de vida, se estaba viviendo una real revolución que
traía cambios importantes en las ciencias, en las economías, en las divisiones
político-territoriales, en la religión, en las industrias, en los modelos de
producción de muchísimas regiones, las colonizaciones de territorios invadidos
por países europeos apropiándose de sus recursos minerales y obligando a sus
ancestrales habitantes a transformarse o morir, con procesos de
transculturización, nuevas religiones y creencias, trayendo nuevas lenguas y
educación con conocimientos de regiones geográficas distintas.
Pero,
en fin, el mundo continuó y en nuestros días continua en constantes cambios
hasta el final de sus días, donde las crónicas de esos días serán totalmente diferentes,
aunque será el mismo mundo, nuestro hogar, nuestro planeta, La Tierra.
Autor: Elio E. Capitillo
R.
Fecha: 14/06/2024
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