Ya comenzaba la primavera en Falkland, todavía se sentía el frio en sus calles, pero el tiempo era propicio para comenzar las labores de preparar y embellecer los jardines, y el Palacio de Falkland era el primero en hacerse de sus mejores trabajadores de la mano de Mr. Eduard que siempre ha sido el encargado de hacer las labores de jardinería para la familia real.
Palacio de Falkland
Esa
semana Mr. Eduard se había encargado de hacer el llamado para el reclutamiento
de las personas que estarían trabajando en palacio, haciendo una rigurosa
selección entre los especialista de la flora que siempre ha existido en los
jardines para su apropiada restauración, y las credenciales e historiales de
seguridad de las personas conocedoras del oficio de jardinería para lograr
trabajar cercano al palacio, pero siempre serían pobladores de Falkland; en
palacio siempre ha sido una tradición desde los tiempos remotos, que solo sus
pobladores serían los que tendrían acceso a sus majestuosos jardines. Para
proseguir con las coordinaciones de los trabajos, Mr. Eduard debía contar con la
aprobación del palacio de todas las credenciales de seguridad, y la determinación
del plan de trabajo que solo acreditaba la casa real.
Entre
sus trabajadores de suma confianza estaba Mr. Douglas, era el jardinero más
longevo, con mucha fuerza y ánimo para seguir trabajando en “sus jardines”.
Douglas decía que él nació solo para atender los jardines del palacio de
Falkland, y que él sabía lastimosamente que no lo podían enterrar ahí, pero le
pidió a su esposa que cuando él muriera regaran parte de sus cenizas en sus
amados jardines, siendo un mensaje que le repetía a Mr. Eduard para que lo
ayudara con esa petición.
Mr.
Douglas había atendido los jardines durante varias décadas de su vida, y en
diferentes estaciones, por lo que había tenido la valiosa experiencia para él, de
haberse topado con miembros de la familia real, siendo un privilegio y todo un
honor de haber logrado el excelso saludo de alguno de sus numerosos miembros de
la realeza de Falkland. En esas mismas experiencias pudo haber también
presenciado en la distancia, encuentros furtivos amorosos, o escenas poco
agradables de discusiones o momentos tormentosos entre nobles y plebeyos, por
lo que su privilegiada memoria y su amor a los jardines celaban de aquellas
escenas que no eran para nutrir y embellecer su césped y plantas que él trataba
con el mas grande amor que Dios le había encomendado en su misión de vida.
En variadas
ocasiones no dejó de ver circunstancias que llamaban la atención, comportamientos
de la familia y amigos, visitantes que salían del castillo, paseaban por los
jardines, montaban caballo, hacían paseos hacia el riachuelo, en esos jardines se
preparaban grandes festejos, y la gente se esparcía hacia otros senderos, era
un ensueño disfrutar de esos preciosos espacios. Desde la casa de la servidumbre
había vista completa de las puertas traseras, tanto de las principales como las
de servicio donde el personal tenía que estar pendiente en caso de necesitar
efectuar alguna asistencia u oficio durante la madrugada. Desde ese ángulo era fácil visualizar en la noche los movimientos donde otro tipo de actividades, un poco
mas intrigantes entre las personas, salían de forma sigilosa del castillo, a
veces solos, otras veces acompañados, unas veces preocupados, otras veces
festivos, o en ocasiones de forma pícara o romántica se movilizaban. No alcanzaban
a ser totalmente discretos cuando salían cargando objetos de manera oculta
entre sus ropajes, o incluso sacos o baules que salían del castillo, pero eran artículos
que no regresaban, por lo que su destino era algún sitio de los jardines o el
riachuelo.
Cuarteles Sur del Palacio de Falkland
Mr.
Douglas en sus labores de jardinería conocía muy bien la superficie de esos
jardines, las formas de espacios llanos, o los montículos de sus altiplanos, él
debía pasear con su cortadora de césped en la totalidad de la extensión de esos
jardines, así cuando ocurría alguna modificación de esa geografía procuraba
entender que había ocurrido, si era producto de crecimiento de raíces, si alguna
criatura del reino animal había construido su cuevas o nidos, si había
desplazamiento de las tierras, o por el contrario, alguien, o algunas personas,
diferente al personal de trabajos y servicios del jardín, habían cavado alguna
fosa en tan prolijo césped.
Mr.
Eduard era un hombre determinado, resuelto, del tipo de persona que toma las
riendas de los problemas para hacerlos llevar a la senda de las buenas
decisiones y tener un final acorde y satisfactorio para todas las partes
involucradas en la problemática presentada, y así era para lo comercial,
familiar y espiritual. Respetuoso de las creencias religiosas, Mr. Eduard, fiel
creyente, se encomendaba a la deidad en cada paso de su vida, y aunque era muy
respetuoso de la realeza, también sabía y conocía de los andares y devenires de
los miembros nobles que todavía visitan eventualmente al palacio.
En esta
temporada Mr. Eduard tenía información de un árbol cercano a la quebrada del
rio Edén que se había enfermado, y que esperaba la evaluación de los
especialistas para hacer todos los esfuerzos necesarios para lograr salvar ese
maravilloso ejemplar que había sobrevivido al menos unos 400 años al cambio de
estaciones, de inviernos inclementes, a secos, calurosos y extendidos veranos, este ejemplar que
estaba ubicado en los jardines alrededor de la caballeriza principal. Pero Mr.
Douglas tenía una premisa, "los árboles no enferman, los árboles hablan", y si
estaba en esas condiciones estaba anunciando algún evento en el provenir de los
jardines del palacio de Falkland.
Los expertos
llegaron a hacer la evaluación del espécimen, y Mr. Douglas asistió en la
preparación de los equipos colaborando con los técnicos, pero a su vez, celoso
de su jardín, poniendo mucho cuidado de donde se colocaban los equipos y maquinarias
que trajeron, en su menester logra visualizar una sección del terreno que se notaba movida,
con cierta depresión, dando espacio a especulación de movimiento del terreno
por desplazamiento, o alguna excavación reciente. Previendo daño en las raíces del
árbol por la cercanía al riachuelo, se va con uno de sus ayudantes apartándose sigilosamente
del grupo técnico para poder detallar el posible daño, logra verificar el
desarrollo de una estructura llamativa hacia las raíces, donde lograba formarse
como una especie de concavidad debajo de las raíces extendidas hacia el
riachuelo.
Comenzó
la exploración por parte de Mr. Douglas porque tenía la curiosidad que algo
había debajo de esa formación en las raíces, decía que el árbol se moldeaba a
objetos extraños fuera de su entorno natural, por lo que sospechaba que esa
peculiaridad de las raíces contenía alguna sorpresa. Sin llamar la atención ni
hacer ningún tipo de anuncio a los expertos ni de ninguno del personal de
servicio de palacio, Mr. Eduard comenzó con su asistente el rastreo con
herramientas básicas sin generar mayor movimiento ni ruido, tratando de no
lastimar las fuertes y bien formadas raíces, pidiéndole permiso y colaboración
a ese querido y adorado guardián del jardín, ya que lo estaba sometiendo a una
situación nada usual, que no correspondía a sus habituales rutinas de
mantenimiento o poda, normales en sus labores.
Mientras
tanto, en el palacio todo transcurría con tranquilidad, cada miembro de la servidumbre
se dedicaba a su rutina en tan majestuosa edificación, que generaba trabajo de
mantenimiento diario en cantidad para sustentar en espectaculares condiciones
de limpieza y prolijidad cada rincón de esa edificación real. Cada miembro le
dedicaba el tiempo necesario, y colaboraba con sus compañeros para lograr
terminar a tiempo y sin problemas sus rutinas de mantenimiento. Estas labores
que comenzaba muy temprano en la mañana ya en las primeras horas del alba
tenían que estar terminadas, cuando se asoman los miembros de la realeza no debían
estar alguna servidumbre ejecutando tareas, o debían aparecer en los pasillos algún
enser o apero de limpieza, y de ninguna manera herramientas de mantenimiento o
reparación, todo muy prolijo, así lo exigía el protocolo del palacio de Falkland,
sólo en caso de calamidad o desastre imprevisto, o accidente de los miembros de
la realeza.
Capilla Real del Palacio de Falkland
Estos
trabajos especiales en los jardines se lograban efectuar debido a que estaban bastante
retirados del edificio de palacio, no estaban a la vista, se encontraban
distantes hacia el riachuelo, por lo que no entorpecían la vista desde las
habitaciones o terrazas del palacio a la de los miembros que casualmente pudieran estar
disfrutando de las bellas praderas o majestuosos jardines. Este mismo
distanciamiento permitía de manera furtiva encuentros a escondidas, alejados de
las miradas indiscretas o delatoras de la servidumbre, o miembros, o visitantes,
por lo que los jardines consentían cierto tipo de comportamiento sagaz para los
osados que conseguían en esas praderas refugio a sus acercamientos furtivos, o
en su defecto hallaban el lugar perfecto para perpetuar ciertas fechorías
amparados en la lejanía y amplitud de los espacios.
Mr. Douglas avanzaba en su búsqueda en los recovecos de la protuberancia hallada con
mucha delicadeza, pero con mucha agudeza visual ansiosa por la curiosidad e intriga
de que podía estar provocando ese movimiento de terreno y concavidad en las raíces.
Sus ojos se abrieron de manera sorprendente cuando comenzaron a ver los
primeros rastros de algo que no pertenecía ni a la vegetación ni a la tierra,
los primeros rastros de algo parecido a cuerdas y telas cubriendo un objeto, pero
a primeras luces se veía que tenía mucho tiempo sometido a los rigores de la
tierra, humedad y la presión que pudiera ejercer el peso del árbol y sus raíces.
El próximo reto era poder acceder y extraer el objeto, poder averiguar de que se
trata, sin logra generar daño al frondoso árbol.
Casa de la
servidumbre
A este
tiempo ya el equipo de expertos en arboricultura, habían tomado sus muestras habían
empacado, y hacían espera de la presencia del encargado de los jardines, Mr.
Eduard que era el que manejaba los vehículos que podían circular en los
jardines causando el mínimo daño al césped. Ya con el asistente de Mr. Douglas habían
avanzado hacia las puertas de servicio de palacio para retirarse hacia sus
laboratorios. Mientras tanto Mr. Douglas procuraba inventar alguna forma de
extracción del objeto encontrado, sin lograr llamar la atención de la
servidumbre, ni menos a los miembros del palacio, tenía que ser una labor subrepticia,
y de la misma manera, manejar lo hallado de manera solapada hasta saber
concretamente que era y que contenía el objeto. Debía aprovechar que el
asistente estaba ausente para lograr avanzar lo suficiente, y en el mejor de
los casos extraer, trasladar y guardar hasta su habitación, en la casa de
servidumbre o en el deposito de jardinería donde lograba mantener en resguardo
sus herramientas y utensilios de trabajo, hasta poder detallar lo encontrado,
siempre guardaba cierta suspicacia de este objeto desde que logró visualizar en
las raíces del árbol.
Mr. Douglas logra extraer el objeto y en sus manos temblorosas por el esfuerzo
sostiene el…
…CONTINUARÁ
Autor: Elio E.
Capitillo R.
Fecha: 17 May 2024
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