CONVERSANDO DESDE LA VENTANA

 

  "Aun cuando todo parece derrumbarse, cabe en mí decidir entre reír o llorar, irme o quedarme, desistir o luchar, porque descubrí, en el camino incierto de la vida, que lo más importante es decidir”, ella pensaba eso todo el tiempo, después de haber pasado todo lo que ocurrió en la ciudad, todo aquella prosperidad que se había desvanecido, todo aquella alegría que daba musa a canciones, la alegría que se contagiaba entre nativos y extranjeros ya no estaba, todos los amigos cercanos se estaban marchando de los lugares que daban acogida a todos los extranjeros que venían a instalarse, ya no era la misma tierra.


  De nuevo estaba frente a la ventana, sentada en la mecedora viendo hacia la montaña, pensando que Luis, su último nieto estaba arreglando los documentos legales, pasaportes y demás credenciales educativas, apenas tenía un año de haber comenzado su carrera en la universidad; nadie a ella le había contado nada, pero ella había escuchado una conversación telefónica donde le decía a su amiga que se encontraban frente a la cancillería. Ya era menester escuchar entre los jóvenes los trámites necesarios para ir obteniendo, legalizando y apostillando sus documentos y tener un expediente válido para llegar a cualquier destino, y con esa base intentar comenzar sus nuevas vidas, rehacer las esperanzas, plantarse frente a la vida. Ella recordaba sus años mozos, como se montó en un barco sin conocer con certeza el destino que le esperaba, pero sabía que tenía que salir de ese país de postguerra, donde había más necesidad que esperanza, más hambre que alimentos, más trabajo que dinero, y le habían hablado a sus padres de un país que era la maravilla de América, donde hablaban el mismo idioma, donde habían avenidas y edificios modernos, donde los padres sabían que familiares y amigos se habían ido a ese destino y mandaban cartas diciendo que había trabajo y posibilidades, que había prosperidad, que la gente les abría los brazos.

  Ella solo obedeció a sus padres, ellos no podían estar equivocados, y si lo estaban, al menos el destino donde la enviaban no estaba en guerra, mas todos comentaban lo bien que estaban en ese destino, y la bondad de la gente que los recibía. Ella quería lo mismo para su nieto, el menor, el más consentido a pesar de lo rebelde, decía que ese carácter le daba el temple para lo que se le venía, ella sabía que tenía garra, aunque en el fondo era un niño que también necesitaba cariño y amor.

  -Abuela, ¿qué estás mirando en la ventana?, te acompaño con un cafecito con leche, te traje unas galletas …pero, pero abuela, ¿tú estás llorando? - la cuestionó su nieto Luis, él la conocía bien, lo había criado desde pequeño, él se paseaba en la tarde con ella, iban a buscar sus medicamentos, iban de compras al abasto, compraban pan y se quedaban en la plaza hablando entre ellos, o conversando con los amigos de ella, se conocían,

  -Ay no Luisito, aquí en esta ventana entra mucho polvo…  pero para que te miento si tú me conoces. ¿Te acuerdas de Manuel?, se lo llevaron sus hijos que se fueron para Portugal, y ¿te acuerdas de José? Me mandó fotos ayer desde La Coruña, está con su hijo y su nuera, acompañado de sus nietos. Hijo, yo adoro mucho este país, me dio la oportunidad de mi vida, pude rescatar a mis padres, pude ayudar a mi familia de allá, yo estoy muy agradecida con este país, y pienso en todo lo que hicimos desde que llegamos, con nada en las manos, con una maletica llena de ropa usada, hicimos de todo con puro trabajo, todo lo que ves alrededor es esfuerzo de tu abuelo y mío para que a tu padre y tus tíos no les faltara nada dentro de nuestras posibilidades, eso si se les enseñó el valor del trabajo y la importancia de la educación, y por sobre todas las cosas el amor y el respeto a la tierra que nos dio pesebre y su bella gente – comentó la abuela.

  -Abuela, sabes que este país ya no es lo mismo, lo escucho de mis padres, lo escucho de los profesores en la universidad, lo escucho de los papas de mis amigos, entonces me pregunto si tiene sentido continuar mi vida aquí donde todo parece derrumbarse, o comenzar en algún otro destino que ofrezca lo que tu tuviste en una oportunidad de tu vida, si yo me fuera de este país, ¿qué consejo me darías para comenzar de nuevo? - preguntó de manera profunda Luisito

  -Ay Luisito, la verdad es que no hay un solo consejo para esa decisión, yo te podría decir “es que estas muy pequeño” pero la verdad es que tienes mas edad de cuando yo llegué aquí, tienes educación, tienes una familia formada estable que te ha inculcado valores, ejemplo, guía, te ha enseñado a discernir, tienes criterio. Cuando yo me vine mi papá estuvo mucho tiempo en el ejército, no tenía educación, era agricultor, mi mamá se dedicaba a la casa y a ordeñar, y lo que aprendí fue lo que veía en casa, entonces pienso que estás mejor preparado. Tienes suficiente información a la mano, puedes hacer escogencia de tu destino de acuerdo a tus intereses a futuro, puedes decidir en este punto de tu vida si reír o llorar junto a tu pareja o tus amigos que te han animado a tomar diferente rumbo a tu vida. Puedes irte a probar suerte, seguro te va a ir bien, tú eres un muchacho de bien, te haces querer. También pudieras quedarte e intentar luchar por tu vida, seguir tus estudios, terminar la carrera y comenzar a trabajar en lo que te gusta procurando tener un negocio próspero, pero lo que si es cierto Luisito es que la vida es incierta y te guarda sorpresas, pueden ser buenas, pueden ser malas y lo único que te queda y que te sirva de consejo, es tomar la mejor decisión en ese momento de la vida, ¿cómo sabrás si es la mejor decisión? La vida de encargará de hacértelo saber. Dios te Bendiga Luisito -

 

Autor: Elio E. Capitillo R.

Fecha: octubre 2023

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