NOS VEMOS EN LA QUEBRADA

 

     En la tarde nos agrupábamos para subir a la colina, todos terminaban su jornada de estudios o trabajo, y esperaban ansiosos para reunirse, compartir los cuentos del día y comenzar a subir por el sendero del norte, era la ruta más segura cuando estaba terminando el día y comenzaba a ocultarse el Sol. La idea no era apurar el paso por la noche sino mas bien caminar tranquilos y relajados sin pensar en los posibles problemas, pasar un rato liberador. La montaña daba permiso a descargar las tensiones, en cada paso en ascenso se filtraba el cansancio mental, y transmitía a sus adoradores la energía de la tierra, el aroma de la vegetación, la brisa directa al cuerpo, entregaba la fuerza de la madre naturaleza.


    Pero la naturaleza guarda sus sorpresas para no hacer monótona sus andanzas, de esta manera lograr darle valor a sus mágicas experiencias, y es así como la tarde de ese miércoles 17 luego de un precioso día soleado, temperado, muy agradable, tomó de imprevisto a los asiduos asistentes, cuando el día prometía un ascenso soñado porque hasta la brisa invitaba a retar nuevamente la montaña, les dio la bienvenida una muy fresca llovizna, que la verdad, no impedía realizar la caminata, pero al no estar con la vestimenta y calzados adecuados, incomodaba un poco, pero para los deportista empeñados en cumplir su entrenamiento no era el argumento fuerte para no lograr su día de ascenso, al contrario, era una buena excusa para liberar aún mas todo el stress del día.

    -Marinelly, ¿sabías de esta previsión de lluvia en este día tan lindo? – preguntó Oscar

    -Vamos Oscar, no estés buscando excusas para no subir, no te vas a resfriar, no hay nada que una buena limonada caliente con miel no quite, así que sigue adelante; el reloj está corriendo, y ya yo le voy ganando. Muchachos, vamos, sigan adelante que voy marcando el ritmo- respondió Marinelly

     -Marinelly, respeta la montaña y sus avisos- aclaró Víctor

     -Víctor, no voy a perder energía revisando pronósticos de tiempo, ni voy a frenar el grupo por un “pálpito” tuyo, esta colina la hemos subido en varias ocasiones, con Sol, con frio, con vientos, y ahora esta llovizna no nos va a parar. Si fuera una lluvia fuerte no te quito la razón, y hablando contigo me estás quitando fuerzas para continuar subiendo, el grupo comienza a preocuparse sin motivos por ahora, así que concentrémonos en subir y disfrutar de nuestro entrenamiento el día de hoy- replicó Marinelly

     -Dicen que las mujeres tenemos un sexto sentido, confiaremos en los instintos – replicó AnaTé

El resto del grupo continuaba subiendo con su ritmo de respiración orquestado, pero con la mirada fija entre el sendero y las nubes, viendo sus vestimentas como comenzaban a destilar gotas de agua, y sus huellas comenzaban a resbalar entre la pequeña capa de barro que se comenzaba a formar.

    Entre las motivaciones de continuar subiendo, aparte de superar nuevamente la subida de la muy querida colina, era la vista que se ganaba de la ciudad, que ya al finalizar la tarde, comenzaban a encenderse las luces de las avenidas, casas, edificios, se marcaba el contorno de las glorietas con sus plazoletas iluminando el ornato perimetral, esa vista enamoraba mas a los amantes de la ciudad. Los muchachos planeaban sus rutas de la ciudad en bicicletas, y las chicas retaban sus alcances en maratones urbanos.

 

    No obstante, Marinelly tenía su veneración a la Virgen de La Colina, donde luego de coronar la cumbre, retomaba su ritmo regular de respiración con un suspiro muy profundo cerrando los ojos y abriendo sus brazos, se arrodillaba en la cumbre y daba gracias a la Virgen por permitirle visitarla y bendecirla en cada subida, su ritual se cumplía en cada ascenso con agradecimiento y devoción.

      En este ascenso no fue diferente, Marinelly siempre apresuraba el paso al final de la cumbre para hacerle saber a su cuerpo que tenía que entregar al resto, y así manifestar la capacidad de poder dar más para nuevos retos. Al terminar su ritual de agradecimiento, Marinelly estaba totalmente mojada, y bromeando con el grupo, de manera muy entusiasta, les dice – Muchachos, es hora de visitar la Quebrada- a lo que el grupo se voltea a verse las caras unos con otros, dejando una señal de sin sentido, ya que la visita a la Quebrada estaba reservada por lo general para los fines de semana cuando subían de día, llevaban comida, bebidas y ropa para cambiarse, en una jornada distendida de tiempo. Ninguno apoyó la invitación y mas bien anunciaron su regreso casi de inmediato por la continuidad de la llovizna, que no tomaba fuerza, pero tampoco escampaba. Haciendo un descenso de cuidado por el camino, tratando de evitar riesgos de lesiones en sus extremidades.

    Marinelly al ver la reacción de casi todos, llamó aparte a Oscar a reiterarle la invitación, él casi siempre la apoyaba en sus iniciativas y sacaba tiempo de donde no tenía para no dejarla sola, -así es el corazón, la razón no manda- decía Oscar. Él, a pesar de saber que las condiciones climáticas no eran las mejores, se animó a la locura, total, estaban emparamados de agua, pero tenían ánimos de pasarla bien, hacer algo distinto en un día de semana, por lo que comenzaron a avanzar vía la Quebrada, en una penumbra de un camino conocido, pero donde las manifestaciones místicas hacen presencia, más en sus mentes que en lo terrenal.

    AnaTé se quedó preocupada por las decisiones tomadas a última hora, y aunque todos conocían bien la ruta hacia la Quebrada, de noche, y en condiciones de lluvia, el destino es caprichoso, por lo que le hizo un gesto a Víctor para estar pendiente en tomar acciones en caso de arreciar la llovizna, igual continuaron bajando a paso previsivo, fijando bien la mirada en el sendero que ya estaba algo resbaloso del barro. Víctor ofreció llevar a su casa a AnaTé al llegar abajo, con una cortesía extrema y una mirada pícara, a lo que AnaTé asintió, percibiendo estrategias románticas en cada cortejo deportivo durante su bajada

    No pasó mucho rato, sin todavía haber llegado a la base cuando de pronto sonó un trueno en el tope de la colina, aumentando también la brisa, a lo que los muchachos se detuvieron y discutieron si subir a realizar algún tipo de rescate, o simplemente intentar llamarlos para advertirle las condiciones climáticas que seguramente ya Marinelly y Oscar conocían. Los muchachos optan por llamarlos, un poco molestos porque tomaron la decisión de desviarse a la Quebrada, y fracturando el grupo cohesionado en rutinas deportivas. Pero AnaTé le hizo el llamado a Víctor – Hey, vamos a subir a hacerle la indicación para que bajen de inmediato, ellos son unos locos- AnaTé tenia sus razones para querer subir y saber lo que estaba pasando en esa Quebrada, conocía a Oscar desde hace mucho tiempo y tenía cierta debilidad por él, lo quería, lo cuidaba, lo atendía, y Oscar no mostraba señales de mayor interés, la apreciaba como una amiga, casi como su hermana, pero AnaTé siempre guardaba las esperanzas.

    - Víctor, nos vemos en La Quebrada- dijo AnaTé

    - Perfecto, yo subo por este sendero, y tu toma el desvío de la salida de la Quebrada por si ellos ya vienen bajando- precisó Víctor

    Los muchachos continuaron llamando mientras seguían bajando bajo la llovizna, cuando escucharon otro trueno – esto no pinta bien, y ya es de noche- comentaron. Víctor y AnaTé se separaron del grupo, quedando en informarle más tarde de las novedades.

    Víctor viendo como se iluminaba el cielo con cada relámpago, apura el paso subiendo, teniendo presente que ese sendero es más distante hacia la Quebrada, mientras que AnaTé tomando con mucha cautela la ruta de subida hacia la Quebrada, camina con los ojos bien abiertos y su sentido auditivo se incrementó para percibir cualquier imprevisto en el camino, y para intentar escuchar la lejanía o cercanía de sus amigos. Aligerando los pasos logra escuchar de lejos voces y risas, risas y despreocupación con un fondo de caída de agua originado en la Quebrada, por lo que piensa que no están ni siquiera con ánimos de emprender ninguna bajada.

 
    AnaTé llega con pasos cautelosos a una distancia discreta y logra visualizar a una pareja abrazados muy románticos cerca de la orilla del pozo, totalmente emparamados, pero no solo de la llovizna sino de una inmersión bajo la caída de agua y el pozo. Por otro lado, logra ver la llegada de Víctor, de igual manera sigilosa, tratando de identificar los rostros de la amorosa pareja y viendo a sus alrededores, cuando de lejos ve a AnaTé y en la distancia le hace seña intentando decirle que eran Marinelly y Oscar, pero que en esa escena romántica no había cabida para intrusos, eras ellos dos y no escuchaban sino la melodía del amor en sus alrededores. De manera silenciosa Víctor se acerca a AnaTé, y al tenerla a corta distancia, bajo la llovizna, logra visualizar en su rostro que sus ojos contenían las lágrimas y el llanto enrojecían las mejillas, su tristeza estaba a flor de piel

- Lo sospechaba, pero no quería saberlo, siempre guardé las esperanzas que algún día se fijara en mí, y él nunca me buscó como una opción – sollozó AnaTé

Víctor vio su gran oportunidad y se arriesgó a lo que siempre soñó, a abrazarla con los brazos mas largos que Dios le dio, y en su pecho cálido la acobijó; sin ánimos de soltarla fue bajando la cara desde su cabellera castaña, deslizándose por las tibias mejillas de AnaTé, logrando posarle los labios cercano a su boca, la sorprendió con un apasionado beso, que ella no logró ni quiso zafarse, fue tan desconcertante pero no generó extrañeza, su asombro la dejó sin reacción porque todo su ser no se opuso a tan desenfrenado pero reconfortante abrazo pasional.  Se quedaron viéndose directo a los ojos sin decir palabras, boca con boca, por más de 5 minutos no tenían que decirse nada, sólo sentir sus cuerpos el uno contra el otro, brotaba el fervor entre los dos

    - Estas cosas suceden sólo en esta Quebrada- susurró Víctor

    - Qué bueno que sucedan cosas así- contestó AnaTé con voz temblorosa, pero sin apartarse del abrazo

   De pronto escucharon unos aplausos, volteando al ver al costado, venían caminando hacia ellos Marinelly y Oscar, con una sonrisa amplia primorosa y alegres por presenciar esa bella escena

    - Amigos, yo sospechaba esto, pero no los aupaba por respeto, pero ustedes dos hacen una muy bonita pareja, ¿verdad Marinelly? – comentó Oscar

     - Linda pareja acabamos de ver nosotros- dijo Víctor – hoy es un día de sorpresas. Oscar por favor quiere y cuida mucho a Marinelly, ella es mi hermana de la vida-

      - Bueno, nosotros subimos a buscarlos y Dios con Cupido nos encontró – complementó AnaTé – Pero debe reinar la cordura y la sensatez, ya comenzó a llover, los truenos no paran, y aunque el romance crea una atmosfera espléndida, debemos hacer lo más razonable

     - Brindemos con Limonada caliente y miel en mi casa, es imprescindible hoy – celebró Marinelly

    - Les propongo algo, este fin de semana “Nos vemos en La Quebrada”- completó AnaTé

 

 

Autor: Elio E. Capitillo

16/01/2024

 

TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

Comentarios